He esperado dos años para unirme en asamblea al Paro Internacional de Mujeres 8M, los años anteriores también paré; pero no salí a marchar, porque estaba al cuidado de mi pequeña hija y las presiones del entorno fueron lo suficientemente aplastantes para persuadirme del ‘peligro’ de llevarla conmigo y, bien, dejarla a cargo de alguien más era algo que tampoco se toleraría. Pero paré y apoyé desde mi trinchera.
Este año es diferente, ella tiene cinco años y puede decidir por su cuenta (anhelo que quiera acompañarme); además el hartazgo social frente a los recientes acontecimientos violentos anticipa una movilización sin par en México, o eso espero.
Pero, ¿por qué se para el 8 de marzo? Primero habría que contextualizar. Ese día se conmemora el Día Internacional de la Mujer, declarado así por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Según Victoria Sau, en su Diccionario ideológico feminista, las mujeres rusas realizaron actos de protesta el último domingo de febrero de 1913, en el contexto del movimiento pacifista que surgió en vísperas de la Primera Guerra mundial. Iniciativa que fue imitada por otras mujeres de Europa en solidaridad con las mujeres rusas.
En 1917, las rusas eligieron nuevamente el último domingo de febrero para declararse en huelga en demanda de ‘pan y paz’. La convocatoria de unas obreras textiles se masificó y extendió a otros sectores de trabajadores, encendiendo el polvorín de la revolución Rusa. Aquel histórico domingo era 23 de febrero según el calendario juliano; sin embargo, según el calendario gregoriano, era 8 de marzo. La fecha, popularizada en Europa, fue oficializada en 1975, estableciendo para los países miembros de la ONU el compromiso de velar por la igualdad de derechos de las mujeres.
¿Ven aquí lo ridículo que resulta que esperemos la aprobación del patrón para hacer una huelga? La huelga ha sido el mecanismo histórico de los trabajadores para reivindicar sus derechos laborales, es también una conquista que en México sea un mecanismo legalizado que obliga al patrón a negociar con el trabajador sus demandas; la cual, les aseguro, no fue hecha solicitando su amable su aprobación.
160 años después, movimientos de diferentes dimensiones se unieron en uno solo. 170 países participaron en 2018 en el Paro Internacional de Mujeres, también llamado Huelga Feminista 8M. La elección del día se debió al hartazgo de que la igualdad de condiciones solo existiera en el papel y en los ideales, de que los Estados esgrimieran sus instituciones para decir que sí procuran y trabajan por mejorar las condiciones y ampliar las oportunidades de las mujeres (entiéndase ONU Mujeres y los organismos locales para la igualdad de la mujer).
Cientos de movimientos feministas llamaron a un paro mundial de mujeres bajo la consigna: ‘Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras’, pues resulta que también en esto hay encuentro con su antecesora lucha rusa, en supuesto estado de paz, el número de mujeres desaparecidas, esclavizadas y muertas es incalculable. Siento una onda pena cuando reconozco que esta frase hoy tiene un sentido propio para las mexicanas: entre el duelo y la rabia. Quizá eso, por doloroso y lacerante, provoque que se modifiquen algunas conciencias.
¿Acaso no parece risible que las administraciones de gobierno, ayuntamientos, estados y otras instituciones anuncien que se solidarizan con el paro? Creerán que podrán manipularnos, si lo usan como un mecanismo para romantizar la fecha, que se torne un festejo, como ocurría hasta hace un año, en que las estancias de gobierno organizaban eventos para mujeres con fines proselitistas y les regalaban rosas. Mejor ábranse a las negociaciones con la sociedad civil, con las organizaciones y colectivos, para sentarse en mesas de trabajo a plantear la agenda pública para atender las acusadas problemáticas.
¿Y cuáles son las reivindicaciones de esta huelga o por qué lo hacemos? Lo hacemos para que se reconozca el valor del trabajo doméstico y de cuidados que a diario realizan mayormente mujeres y que sostiene a la economía, para que esa mujer cabeza de familia que cuida a sus hijos o a sus padres ancianos o familiares enfermos no tenga que vivir en la absoluta precariedad. Lo hacemos para que las madres trabajadoras puedan tener jornadas compatibles con la crianza y derecho a guarderías, para que no tengan que desatender a sus hijos para medioalimentarlos. Lo hacemos para abatir la brecha salarial, para que la profesional que ha tenido que franquear miles de obstáculos para forjarse una carrera no gane menos que su compañero varón por hacer el mismo trabajo incluso más. Lo hacemos para que una promesa de la ciencia, de la política, del arte o de cualquier campo no tenga que elegir entre su vocación o ser madre.
Pero el componente feminista de esta huelga ha hecho que trascienda la esfera laboral, si bien todo impacta al sistema económico. Lo hacemos también para que deje de existir el matrimonio infantil, la prostitución y la trata de mujeres. Para que no haya mujeres en situación de indigencia y para que todas sin importar su condición económica tengan acceso a la educación y también para que la enseñanza que reciban deje de reproducir los estereotipos de género.
Lo hacemos también para que ninguna niña tenga que ser madre y para que ninguna mujer deba serlo sin desearlo, también para que al decidir interrumpir un embarazo no tenga que morir merced de la clandestinidad.
Lo hacemos también para que la sociedad deje de encubrir a los violadores y pederastas, y para que condene a los feminicidas. Para que no haya más mujeres en las cárceles por defenderse de su agresor, que violadores y feminicidas procesados. Para que nunca más una mujer vaya a parar a un reclusorio varonil y sea despojada de su dignidad por cometer un delito.
En fin, para denunciar todas las formas de violencia machista, para que no nos denigren ni nos acosen ni nos rapten ni nos violen ni nos esclavicen ni nos maten. Para que el Estado no ignore las desapariciones y reduzca los nombres de las muertas a un memorial en vez de protegernos de esta masacre. Para que el mismo Estado machista y cómplice deje de reprimirnos y torturarnos por protestar.
Para dejar de vivir con miedo.
¿Y qué impacto puede tener una marcha o la huelga de dos días? Mucho, si de verdad un gran número de nosotras nos movilizamos, hacemos visible el reclamo, los hacemos a voltear y hacerse cargo de su parte de la responsabilidad en el problema. Si de verdad muchas de nosotras paramos en un día laboral o simplemente dejamos de atender el trabajo doméstico, las pérdidas económicas para el sistema serían tan grandes que eso también obligaría a redireccionar la mirilla.
¿Notan que hay en la movilización internacional un número incuantificable de organizaciones, colectivos y grupos que se unen con diferentes manifestaciones? Estas son tan diversas como bastas, las hay ecofeministas, feministas radicales, transfeministas, abolicionistas, de igualdad… corrientes y sororidades, todas tienen sus rasgos distintivos.
Ahora, ¿por qué pienso que las mujeres dedicadas al trabajo doméstico y de cuidados deben ser las primeras en salir a marchar? En cierta medida quien se dedica a estos trabajos tiene más autonomía en el uso de su tiempo que una empleada a sueldo, por lo que tiene más posibilidades de hacerlo, aun si para ello tiene que llevar consigo hijos que pequeños, habrá de organizarse con otras en las mismas circunstancias para apoyarse y participar. Principalmente porque uno de los reclamos es la negación sistemática de la trascendencia de su trabajo.
Algo parecido sucede con las estudiantes, quienes pueden con mayor facilidad dejar sus responsabilidades por un día o más, pero a ellas no las tengo que instruir en nada, por el contrario, estas jóvenes le están dando a mi generación sendas lecciones.
¿Qué voy a hacer yo el 8 y 9 de marzo del 2020? El domingo voy a salir a marchar, me voy a acompañar de mis co-madres para proteger a nuestros críos en la movilización, voy a enseñarle a mi hija que hay algo peor que la injusticia y es la indiferencia, porque permite que la injusticia siga existiendo. Y si puedo tomar el altavoz, voy a emitir un discurso que he ido articulando con mi postura ética al respecto del problema de la violencia social, de nuestra nula cultura de Derechos Humanos y de cómo la educación es la vía posible para incidir.
Voy a celebrar mis 35 años vociferando que: ‘El patriarcado se va a caer o lo vamos a tirar’. Porque, por cierto, el 7 de marzo es mi cumpleaños, para que no olviden felicitarme. Amigas, si quieren acompañarme en el festejo, las estaré esperando en el frente. Amigos, los aprecio mucho, con sus masculinidades más o menos deconstruidas, al final todos estamos en el mismo trabajo. Pero, lo siento, este año no están convidados al festejo, mis compañeras de lucha y yo hemos decidido excluirlos de las manifestaciones. No obstante, si quieren regalarme algo, apoyen para que las mujeres de su entorno participen activamente, haciéndose cargo de sus propios hijos, completando las tareas domésticas, asumiendo las responsabilidades laborales urgentes, no censurando, no opinando. Aun si tienen muchos deseos de expresar su sentir o justificar su postura, los invito a reunirse en círculos de hombres y hablar de cómo perciben su masculinidad y sus privilegios.
Leí en Facebook una publicación que decía que ‘la huelga no es una fiesta’, sin embargo considero que hay una dimensión en la que sí, porque es imposible no sentir júbilo cuando ves a tantas mujeres con diferentes ideologías y modos de ver el mundo se unen por causas comunes, porque celebras que estás presenciando el comienzo de un gran cambio social; lo cual en ningún momento se asocia con tomar ninguna manifestación a la ligera o con poca seriedad.
Para seguir, el lunes 9 me voy a quedar en casa con mi hija, que tampoco irá a la escuela (ojalá que las profesoras se animen a parar). Ese día no voy a levantar una pelusa de la casa, no voy a comprar nada, no pagaré el transporte habitual a mi lugar de trabajo, no usaré ningún servicio de telecomunicaciones. En cambio visitaré a mi madre y a mi abuela, formaré con ellas y con la niña ave un círculo de mujeres. Anhelo que mi hermana se nos una.
Eso también es un paro activo, porque recuperar la historia femenina familiar puede llenar de sentido el feminismo propio. Tomar al menos 10 minutos para leer un texto feminista en voz alta y comentarlo, porque es importante darle sustento ideológico al movimiento si se quiere trascender hacia una incidencia política. Dedicar 10 minutos más a leer la Carta Internacional de Derechos Humanos, porque no se puede hablar de derechos si no se conocen, porque, he de mencionar, lo que me llevó a escribir este texto fue lo devastador que me resultó escuchar y leer tantos comentarios atroces acerca de pisotear y anular los derechos ora de las mujeres feministas, ora de los delincuentes, ora de cualquiera que no entre en ese mundo dicotómico que ven quienes no entienden la diversidad. Si existe un cambio posible en esta sociedad desigual e injusta es a través de una educación en Derechos Humanos, estoy convencida de ello. Por ello, las animo a que adoptemos estas propuestas como hábitos.
Al final, el 10 de marzo voy a volver a mi lucha cotidiana, esa que hago con letras y enseñanza, con libros de cartón, con teatro y con poesía, con títeres y con juegos, con abrazos y rebozos, y con lechita de mamá. También con con copas menstruales, compresas de tela, ginecología autogestiva y misoprostol. Con las artes maciales, en bici y con mi pañoleta de exploradora. con todas esas pequeñas grandes cosas que van configurando mi identidad como feminista y con las cuales creo firmemente que es posible cambiar al mundo.
Si has leído este largo escrito hasta aquí, quizá compartes uno o varios de mis puntos de vista y tal vez, solo tal vez, eso te lleve a unirte a la huelga o a apoyarla de algún modo. Si no compartes mi postura y de todos modos no vas a participar, no importa, no escribí esto para persuadirte de nada, haz lo que te demande tu fuero interno.
Yo lo hago porque quiero y puedo. Tengo un empleo en el que he logrado negociar una jornada que me permite seguir participando activamente en la crianza y mi empleador, aun con sus limitaciones, es solidario y no me sancionará por irme a paro (si bien no iba a pedir su aprobación, él se pronunció). Pero, porque tengo esas condiciones me manifiesto, para que dejen ser privilegios y se reconozcan como derechos de todas y de todos.
Sin embargo, hay algo que sí quiero pedirte: que no importa cuál sea tu derrotero, respetes la forma en la que las feministas hemos elegido manifestar nuestras reivindicaciones, que no censures y no agredas esta lucha que es un esfuerzo para que también tú y tus hermanas y tus hijas, juntas, empecemos a fundar un mundo mejor, plural, diverso y multicultural, como es, pero donde a cada ser se le reconozca y preserve la dignidad humana.